Tenía muchas ganas de leer “Todo es posible, la última novela de Elizabeth Strout, quien ya me había entusiasmado con la genial “Olive Kitteridge” y conmovido con la singular “Me llamo Lucy Barton” que algunos consideran como una secuela de esta novela, pero yo no lo he visto así en absoluto. Aunque se desarrolla en el pueblo de la América profunda donde nacío y vivió Lucy Barton, y en sus paupérrimos alrededores, donde poco ha cambiado, la novela es una historia de historias, hilvanadas con la maestría que ya nos demostró la autora en “Olive Kitteridge” aunque en este caso, todos los personajes se conocen o están emparentados o enlazados de alguna manera. Personajes cuya infancia ha transcurrido en la miseria, personajes traumatizados, enfrentados, desencantados, con pasiones y secretos inconfesables, que la autora desmenuza, de forma aparentemente sencilla, para mostrarnos hasta el último recoveco de su alma. Escrita en tercera persona y con la sencillez y el tono cercano que la caracteriza, Strout no podía dejar de presentarnos también historias de personajes conmovedores y amables, que se sobreponen a sus traumas, se ayudan, se reconcilian y llegan a salir de la miseria y la frustración e incluso, alcanzar el amor, porque, como dice el título de esta estupenda novela, “Todo es posible”. Me ha encantado.
hace 2 meses